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Gadjets para blogger

domingo, 6 de febrero de 2011

[.6.] Último día

Fue un domingo raro, pero me encantó. Miquel me despertó tempranísimo e hizo crepes para desayunar. Riquííííísimos *__*


Luego hicimos las maletas y salimos hacia el rastro. Me encantaba ese ambiente... gente de todas las nacionalidades, gritos de los vendedores, compradores que regatean, colores, sonidos, música... de hecho ya me había pasado otros días para hacer fotos. Pero hoy fuimos a mirar ropa, zapatos y alguna que otra cosilla. Yo conseguí un traje medio hippie super bonito, un cinto, unas sandalias y unos pañuelos. Miquel se pilló unas pantalones y unas camisas. También compró unas pulseras con nuestras iniciales PM



Después nos fuimos hasta Gran Vía para comernos un buen bocata de calamares en el bar de unos amigos. Luego pasamos por el Dunkin Coffe para llevarnos unos donuts para el vuelo y otros para nuestros padres.















Parecía mentira que ya todo se acabase... tres semanas. Se me habían pasado increiblemente rápidas. Los primeros días en los que Miquel me sacaba de la cama en contra de mi voluntad, los paseos que me obligaba a dar... hasta que a mitad de esa semana quise salir yo sola. Las miles de fotos sacadas, mis viajes en el metro y mis amigos de viaje. Que sería ahora de ellos, seguirían sus vidas por supuesto pero no me despedí de ellos. ¿Seguirían Alex y Lidia preguntándole cosas sin sentido a cualquier viajero, la ajetreada empresaria siempre conectada, aquel estudiante de arte dibujando a cualquier viajero...? Eso esperaba o que al menos les fuese bien. Madrid, mi centro de rehabilitación, lo echaría de menos.

De repente Miquel me saca de mis pensamientos con un "¡Sonríeee!". Era cosa de familia, nos encantaba sacar fotos, sobre todo a él y a mi. Cualquier escusa era buena, si no nos poniamos a hacer caretos. Era mi hermano, pero antes que eso mi mejor amigo.
Ya solo nos quedaba volver a recoger las maletas, así que malgastamos el tiempo sacándonos fotos. Las últimas fotos de mi Navidad en Madrid.


Finalmente, después de un largo viaje en metro y tropecientos transbordos, llegamos a Barajas. Entrar, facturar, pasar el control de la policía, embarcar, buscar nuestros asientos... y rumbo a casa. Habían sido tres semanas fantásticas, inolvidables y Miquel una vez más me había salvado.



Me apoyé en su hombro, cerré los ojos y noté como el avión comenzaba a depegar...
Adiós Madrid
mejor dicho hasta pronto.

1 comentario:

  1. Hola preciosa.
    Yo también estoy comenzando un relato, si tienes tiempo y te apetece, puedes echarle un vistazo

    nadietequerracomoella.blogspot.com


    Te sigo y te leo.

    Besos

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