Siii... por fin vacaciones, y pese a no tener las mejores notas que podría haber obtenido, soy feliz. Miquel me ha dado ya su regalo, es un viaje a Madrid. Si, me voy a pasar las Navidades con él, aunque mis padres vengan los últimos días. En fin, una vez más adoro a mi hermano, es mi vía de escape.
Tras días que se convirtieron en semanas mi mundo comenzó a cambiar y comencé a olvidar todos mis problemas. Miquel era mi medicina, y Madrid mi centro de rehabilitación.
Como cualquier día, me levante y cojí el metro... lugar inspirador, monotono, especial, único, aburrido, cambiante... Aunque no conocía sus nombres cada día me encontraba con ellos: el señor que leía El País, siempre con su negra chaqueta, su boina y su amable sonrisa con la que saludaba; luego estaba la empresaria, siempre de traje, pelo perfecto, un maletín a juego con los su zapatos y por supuesto en todo momento conectada a su Blackberry. También suelo encontrarame con un chico que posiblemente estudie Bellas Artes por su look bohemio y porque un día me dí cuenta que suele dibujar a la gente del vagón. Además suelen subir dos niños de unos 5 y 9 años con su niñera. A ellos si los conozco, pues un día Alex, el menor, me dijo que le gustaba, una monada de niño, luego su hermana Lydia comenzó a sentarse conmigo para ver que tanto escribía en mi diario, más bien cuaderno de pensamientos... Carla, su niñera, los cuidaba para pagarse sus clases de danza.
Hoy, me dirigía hacia el Retiro para recorrerme el paseo de las estatuas y el palacio de cristal, y sacar algunas de mis fotos. Al subir al vagón, aunque enchufada a mi iPod, comprobé que todos estaban allí. Cuando llegué a la estación de Sol, tras despedirme de Lydia y mi pequeño amor Alex, hice transbordo para llegar a Retiro y el parque, que esta justo al lado. En el siguiente metro, seguí experimentando esa estraña sensación con la que hoy me había levantado, pero por unos instantes me había sentido observada.
Una vez en la calle me olvidé de ello y saqué mi Nikon para comenzar mi pasión, sacandole fotos a cualquiera que llamáse mi atención, hiciese algo peculiar o indirectamente me lo pidiese a gritos.
Primero pasé por el Palacio de Cristal, aunque lo prefiero por la tarde cuando algunas parejas pasean cojidas de la mano recorriendo ese lugar tan mágico. Luego camine sin dirección, simplemente buscando algo... saque unas cuantas a unos niños que jugaban al corre que te pillo, a una pareja de viejecitos en un banco y a un grupo de amigos que tomaban el sol en el cesped. Finalmenteme acerqué al lago, y tras comprarme una Coca-Cola zero y unas pipas, me senté.
Aún de vez en cuando, me sentía observada, pero entre tanta gente quien iba a saber. Allí entre las barquitas y las complicidades entre los remadores... conseguí distraerme un poco. Había una pareja, de unos 20 años que estaban jugando en una barca y me habían contagiado con sus risas, les había sacado algunas fotos, pero temía que se volcaran. Pronto descubrí que no lo harían, pues él le agarro las manos y la atrajo hacia sí para abrazarla y luego besarla. Adoro esas escenas típicas del cine francés.Buscando otra posible foto me fije en la gente apoyada en la varandilla y los demás transeuntes, con el objetivo traté de buscar a alguien que estuvira por la labor. Fue entonces cuando distinguí a un chico guapísimo que parecía como suelo decir pedirme a gritos fotografiarlo. Y justo cuando pulse el disparador, me miró fijamente a través del objetivo y luego me sonrío con complicidad. No me lo podía creer...era ÉL.
"Miquel era mi medicina, y Madrid mi centro de rehabilitación"
ResponderEliminarAdoro esta frase, y TODA la entrada :)
Jajaja... muchas gracias! ^^
ResponderEliminarAhora en las vacaciones intentaré remodelar esto un poco y continuar con alguna entrada más! (=